sábado, 15 de septiembre de 2012

YOLANDA SÁENZ DE TEJADA YVÁZQUEZDEMIMADRE


Escritora ,creativa, y utópica

Ha publicado ¡A Jugar!, (Mondadori) juegos para inculcar buenos hábitos que se ha convertido en un Best Seller, El Camino del Sueño (Ara llibres), un libro para aprender a dormir bien y Errores y horrores de una mamá primeriza (Mondadori).

En poesía: Tacones de Azúcar (Premio Internacional de Poesía Sial 2008), dos antologías de Poesía en el Palacio (Ayto. de Granada), Farmapoemas (Escuela de Farmacéuticos de la Coruña), Poemas desde mi ombligo (Huerga y Fierro),  ¡Corre Edith Napoleón!” y Talla G (lalunaesmía editoras).

Acaba de publicar su primera novela: Cada gota de tu vida (Alienta, grupo Planeta).

Como creativo, desde su fábrica de sueños a medida LALUNAESMÍA diseña y coordina proyectos culturales e imágenes emocionales.

Dispone de un espacio semanal en la Cadena Ser (Radio Linares) al que ha llamado “Poesía contigo”, desde donde, con sus poemas, acerca este género a los oyentes. Participa en actos solidarios y amadrina a varias asociaciones que luchan por hacer un mundo más justo. Pertenece al colectivo de artistas La Casa Pintada y es también miembro de la Plataforma de Mujeres Artistas contra la Violencia de Género.
Se siente privilegiada de tener un certamen internacional de poesía con su nombre, organizado por el ayuntamiento del Bonillo (bases en su blog).
Acaba de parir una compañía propia de espectáculos Taconeando Poemas para acercar la poesía al mundo. En ella ha fusionado sus versos con el flamenco.

Y actualmente vive  en un lugar cerca del cielo, donde cultiva pimientos y poemas…

www.yolandasaenzdetejada.com
www.taconeandopoemas.com
www.yolandasaenzdetejada.blogspot.com




Para encontrar las palabras exactas,
hay que tenerlas.

 

Llegó jadeante y
astillado.
En partículas
de cólera y
de amor;
evocando
este cuerpo
abierto
a golpes de
besos y
de ternura.

Pero no me dijo que se desvivía por amarme.
Sólo suspiró: qué bien verte de nuevo…

Se apretó
a mi sangre y
reventó mi corazón
–tanta mano abierta,
tantas uñas
plantadas
en mis labios;
tantas palabras
obscenas
mortificando
mi piel–.

Pero no me dijo que vegetaba sin mi boca.
Sólo susurró: terminaré enamorándome de ti.

Me devoró
la razón.
Rompió mis medias y
el encaje de mi
voz y
después,
con la urgencia de
un animal
jaleado, 
me idolatró
con el desvarío
de su ardor.

Pero no me dijo que había decidido quedarse para siempre.

Sólo me abrazó (por detrás, mientras dejaba su cepillo de dientes junto al mío) y murmuró: me gusta tu casa.

 


Os propongo
un juego.

 Es fácil…

Sólo tenéis que
dejaros llevar y
no preguntar

—aunque duela—

 ¡Atentos,
que empezamos!:
levantad la mano
y arrancaos
(vosotros mismos)
el corazón

—si alguien no tiene,
yo puedo
pintarle uno—.

Dejad vuestro
órgano caliente
en el suelo.
Algunos llorarán
con el frío
del cemento.
Pero vosotros,
tapaos los oídos…

Cerrad los ojos y
daos la mano.
Todos,
como si fuerais
niños.

Y dad vueltas
alrededor
del espectáculo
hasta que yo
os diga:
¡Ya!

Entonces
(aún con los ojos
cerrados)
recoged del suelo
el corazón que
os ha tocado.

Y rellenad el
hueco que
tenéis en
vuestro pecho.

Ojalá al más
cabrón
le haya tocado
el del
que más
sufre.
 
 
 

Mi balcón
no se abre.
Mi balcón
se cierra en ti.

 
Aquí,
asomada a tu
sangre.
Nadándote contracorriente y
esperando sentir
el efecto mariposa
de mis besos.

Aquí,
subida en tus
labios y
ametrallándote
(con mis silencios)
la piel.

Y aquí,
extinguiéndome con tus
dedos y
galopándote sin
medida.
Demente amazona
y perra
fugitiva
que hoy te ama
pero sabe que
mañana
esta carrera
no durará más
de un minuto,
de una hora o
de un mes
(a lo resto y
a lo sumo).
 
 
 


Tú no sabes
amar.
No tienes ni
idea.

Alegaría,
con conocimiento
de causa
-y tristeza-
que no sabes
excitar
mis neuronas
y que tus dedos
nunca
alcanzaron
la cima
de mi locura.

Tú no sabes
amar.
Ni creo que
nunca
aprendas.

Juraría,
con mi carne
aún abierta
y viva
-y mi desgracia-
que lo único
que sabes
hacer bien
(muy, pero que
muy bien)
es besarme
hasta el
pecado.

Pero no,
tú no sabes
amar,
jodido animal.
Y yo
-qué imbécil-
no sé
olvidarte.

 

 

Allí está él,
ocupándose.
Todo el día
engendrando verbos;
palabras inefables
para volver a
conquistarme.
Que si humedad y
calor,
que si tu mano y
mi pelo,
tus ojos y
mi enredo,
mi luz y
tu herida…
Un obseso del
plural,
de lo nuestro…

Allí está él,
desangrándose
mientras espera
mi abrazo y
me grita en silencio:
vuelve que
reviento.

Sí, ya sé
que la ternura
escasea en el
mercado,
pero lo mío es
ir de chica dura,
sobre todo
si antes
me han
despreciado.


Sentada.
Aire.
Grito.
Rojo.
Me agito y
reclamo silencio
para mis ojos.

Desnuda.
Perdida.
Ladro.
Azul.
Extermino
el tiempo y
lo salpico de
esperanza.

Preguntándome
–encharcada en
lágrimas–
cuándo seré
capaz de
abandonarte
sin morir
en el intento.
 
 
 
A veces me vacío y me hago demasiado pequeña,
pero eso siempre ocurre después de un proceso
donde he sido demasiado grande.



 
Una vela.
Alta, rubia (blanca) y
agonizando
de la vida y del fuego.
Incendiándose a sí misma;
quemándose viva.
Sin gritar,
sin utilizar ni un
solo verbo
– sobre todo porque
le apasiona calcinarse–.
Nueve de la mañana.

Esa misma vela.
Blanca,
ya no tan alta y
ya no tan vida.
Destilándose tristeza
(y calándose
hasta los huesos).
Doce de la mañana.
La misma de antes,
cada vez más
pequeña,
estornudando nostalgia y
gritando abrazos
que no llegan,
llorando mundos
sin patria…


Cinco de la tarde.
Hoy,
a estas horas.
La vela.
La misma pero ya
casi derretida y
con media botella
de vino y
una llamada
de teléfono
que le cala
(de amor)
el esternón.
Diez de la noche.


A las doce y,
de nuevo,
comenzando el incendio,
me obsesiona un
pensamiento:
no sé si soy
adicta al
vino o
a la ternura.
 
 
 
 
 
 
 

8 comentarios:

  1. Poesía en estado puro, una delicia para los sentidos, grande, grande Yolanda, besos

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  2. Un amor esta poesía que desgarra el alma, me gusta su modo de jugar con las palabras. Un beso a las dos

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  3. No había leído nada de Yolanda, aunque su nombre sí me era familiar. Ha sido todo un descubrimiento. Una mujer completísima, con una poesía llena de fuerza y carisma.
    Una gozada dejarse invadir por su palabras.
    Gracias por llevarme hasta ella, Amaya.
    Un abrazo al as dos.

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  4. En tan cortos versos, tanto sentimiento que los hace infinitos.

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  5. Leer tus poemas en estado puro, es una delicia...Van directos al alma.
    Un beso.

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  6. Despedimos a Yolanda..después de su semana de gigante poesía. Gracias a ti, Yolanda, por tu cálida y profunda huella en esta casa, y a todos por compartirla

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  7. Yolanda, dominas y haces tuya la poesía, con esa soltura tan especial que te caracteriza, y que en tus manos modelas para hacerla bella....un beso desde azpeitia

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